Control de plagas en cultivos hortícolas: el papel clave de la monitorización inteligente en la detección temprana

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Las plagas en cultivos como el tomate, el calabacín o el pimiento son una pesadilla recurrente para quienes trabajan la tierra cada día. En zonas hortofrutícolas como la Comunidad Valenciana, el impacto de una plaga puede arruinar meses de esfuerzo, desestabilizar la economía familiar y obligar al uso de tratamientos agresivos que nadie quiere aplicar.

Control de plagas en cultivos hortícolasLa buena noticia es que la tecnología lleva tiempo ofreciendo una alternativa mucho más eficiente: detectar los problemas antes de que sean visibles. Y ahí entra la monitorización inteligente, una herramienta que ha pasado de parecer futurista a convertirse en una aliada real y cotidiana en muchas explotaciones hortícolas

Qué es la monitorización inteligente y cómo funciona 

Cuando hablamos de monitorización inteligente aplicada a la agricultura, nos referimos a un conjunto de tecnologías que permiten observar y registrar lo que ocurre en el cultivo sin tener que estar presente físicamente. Hablamos de sensores de campo que miden temperatura, humedad, presencia de insectos o variaciones del entorno.

También de estaciones meteorológicas automáticas, cámaras multiespectrales montadas en drones o en estructuras fijas, plataformas online donde se centraliza toda esa información, y sistemas IoT que conectan dispositivos entre sí para tomar decisiones de forma autónoma. 

La diferencia con los métodos tradicionales es abismal. Antes, se inspeccionaban las plantas a mano, se colocaban trampas manuales o se esperaba a que la plaga fuera visible. Ahora, por ejemplo, se pueden usar trampas inteligentes que capturan insectos automáticamente, los identifican con visión artificial y envían una alerta directa al agricultor con hora, localización y volumen de presencia.

Otro caso práctico son las estaciones de monitoreo remoto: dispositivos que recogen datos de forma constante y los vuelcan en una app, donde el agricultor puede ver si hay condiciones propicias para la proliferación de una determinada plaga y decidir con antelación qué hacer. Con esto, se gana tiempo, eficacia y, sobre todo, tranquilidad.

Cómo funciona la agricultura inteligente frente a plagas

La agricultura inteligente no consiste en tener muchos aparatos ni en recopilar datos por el gusto de hacerlo. Se trata de conectar distintas fuentes de información para anticiparse a lo que puede pasar. Por ejemplo, si los sensores de campo detectan que la humedad está aumentando y las estaciones meteorológicas prevén días cálidos, el sistema puede alertar del riesgo de aparición de ciertos hongos o insectos.

Al mismo tiempo, puede cruzar esa información con las imágenes recogidas por un dron que detecta cambios de color o patrón en las hojas. Todo eso combinado permite al agricultor actuar antes de que haya una plaga como tal. No se improvisa: se decide con datos en la mano. Este tipo de agricultura ayuda a planificar con cabeza, a prevenir en lugar de curar y a optimizar los recursos disponibles sin poner en riesgo la productividad.

Tecnología para controlar las plagas con precisión

En el caso de los cultivos hortícolas, donde el ritmo de crecimiento es rápido y las campañas son muy exigentes, poder actuar de forma localizada es un auténtico salvavidas. Gracias a las herramientas de agricultura de precisión, es posible aplicar tratamientos solo en las zonas afectadas, reduciendo costes y mejorando la eficacia. Esto se logra gracias a los mapas de calor que señalan puntos críticos, los análisis geoespaciales que indican dónde se concentra la plaga y los sistemas de dosificación variable que permiten ajustar la cantidad de producto en función del área tratada. Todo esto contribuye a mantener el cultivo más equilibrado, evitar sobretratamientos innecesarios y asegurar que cada metro cuadrado reciba exactamente lo que necesita. En resumen: tratar mejor, gastar menos y cuidar más.

Detección temprana, factor clave para reducir costes

Detectar una plaga cuando aún no ha colonizado todo el cultivo marca la diferencia entre una intervención puntual y un desastre generalizado. Cuanto antes se localice el problema, más suave puede ser la solución. Se evita tener que fumigar de forma masiva, se reduce el uso de productos químicos y se protege tanto el entorno como la salud de quienes consumen los alimentos. Hay ejemplos claros y muy documentados. En cultivos de tomate bajo invernadero, la monitorización temprana de la Tuta absoluta ha permitido reducir hasta un 40 % el uso de fitosanitarios.

Esa diferencia no es menor: menos aplicaciones significan menos residuos, menor exposición para el agricultor y productos más seguros en la cadena alimentaria. Además, al evitar que la plaga avance, se reducen las pérdidas de producción, se mejora la calidad del fruto y se logra una mayor estabilidad en la planificación del trabajo agrícola. Y todo eso parte de un único gesto: adelantarse.

Reducción de costes y mejora de la rentabilidad

La inversión en sistemas de monitorización inteligente no solo tiene impacto en la salud del cultivo, también en el bolsillo del agricultor. Cada aplicación de productos supone gasto en fitosanitarios, maquinaria, combustible, agua y mano de obra. Si esos tratamientos se reducen o se hacen solo donde son realmente necesarios, el ahorro es considerable.

Además, al tener información precisa, se evita aplicar tratamientos innecesarios o hacerlo en momentos poco eficaces. El resultado es una gestión más ajustada, con menos desperdicio de recursos y mejor rendimiento por hectárea. También se gana tiempo, porque los avisos automáticos permiten organizar mejor las tareas. Y en el fondo, ese ahorro de tiempo y dinero es lo que da sentido práctico a la tecnología: si ayuda a trabajar mejor y ganar más, es una herramienta útil, no un lujo.

La CV, pionera en el uso tecnológico de control de plagas

La Comunidad Valenciana está siendo pionera en la adopción de estas tecnologías para el control de plagas en hortícolas. Desde hace años, el IVIA organiza jornadas técnicas donde se comparten avances sobre nuevas herramientas de detección temprana. Participan universidades, cooperativas y empresas del sector, lo que genera una red de conocimiento muy valiosa. Uno de los proyectos más destacados es SENSOPLAG, desarrollado por entidades como AVA-Asaja, IVIA y AINIA. Su objetivo es crear un sistema de alerta temprana para plagas emergentes como el cotonet, utilizando sensores, drones e imágenes satelitales. 

Por otro lado, entre 2025 y 2028 se pondrá en marcha un piloto agrícola en más de 150 hectáreas de hortícolas que integrará monitoreo de plagas, biodiversidad y suelo. Y en el día a día, ya se están utilizando trampas inteligentes con sensores que identifican insectos y envían avisos al móvil del agricultor, permitiendo actuar en el momento justo y con la información adecuada.

Todo esto es posible gracias a empresas como Weitec que desarrollan sistemas integrados de sensores y análisis predictivo, dentro de un enfoque de agricultura de precisión adaptado a las necesidades locales. Su trabajo no se limita a vender tecnología, sino que acompañan al agricultor con soluciones pensadas para el terreno, el clima y el tipo de cultivo., ofreciendo plataformas online donde se puede visualizar en tiempo real el estado del campo, recibir alertas, generar informes y tomar decisiones basadas en datos para aumentar la rentabilidad sin renunciar a la sostenibilidad.

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