El Parque de Villa Amparo de Paiporta acogerá este domingo, 1 de junio, la inauguración de un espacio efímero de arquitectura diseñado para el juego, el descanso y la convivencia familiar, según ha informado el ayuntamiento de Paiporta.
Impulsado por el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV), en el marco del programa CTAV Jove PARTICIPA, y en colaboración con FAMPA-València, el proyecto apuesta por una arquitectura próxima, social y transformadora, que coloca a las personas -especialmente a la infancia- en el centro del diseño urbano.
A través de un proceso participativo que ha incluido sesiones de trabajo conjunto, encuentros creativos y dinámicas abiertas, se ha definido una instalación concebida como un refugio lúdico y emocional en el corazón de la localidad. La idea no ha sido solo construir un espacio físico, sino reparar la convivencia a través de un entorno que invite al cuidado mutuo y al disfrute compartido.
El desarrollo de este proyecto ha sido posible gracias a la implicación de un grupo de jóvenes voluntarios que han trabajado intensamente durante varias semanas junto a asociaciones de familias, alumnado y vecindario.
Este proceso de cocreación ha convertido el espacio en algo genuinamente colectivo: cada rincón ha sido pensado con quienes lo van a habitar. La ubicación elegida, el Parque de Villa Amparo, ha sido seleccionada por su carácter simbólico y su proximidad a centros educativos como el CEIP Ausiàs March o el IES Andreu Alfaro, lo que lo convierte en un punto estratégico para fomentar nuevas dinámicas de uso y encuentro.
Aunque temporal, esta intervención nace con la vocación de dejar huella: una huella emocional, urbana y pedagógica. "Es un ejemplo claro de cómo, tras una situación de emergencia, el diseño y la participación pueden convertirse en herramientas de conexión comunitaria", según han señalado las mismas fuentes.
Además, esta iniciativa pone en valor la capacidad de la infancia para transformar el espacio urbano a través de su mirada espontánea, creativa y sin filtros. En este sentido, la arquitectura efímera se convierte en un lenguaje universal de reconstrucción emocional, un puente entre generaciones, disciplinas y formas de habitar.