Sala Russafa estrena ‘Ada Byron, la tejedora de números’

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Las matemáticas, la poesía y el teatro se encuentran sobre el escenario en el estreno en la Comunitat Valenciana de ‘Ada Byron, la tejedora de números’. Del 7 al 9 de noviembre, con tres únicas funciones, la formación asturiana La Westia presenta en Sala Russafa esta obra que ha logrado multitud de reconocimientos, como el Premio Jovellanos a la Producción Escénica 2023, otorgado por el Ayuntamiento de Gijón. O los galardones al Mejor Espectáculo, Producción, Dirección, Actriz, Indumentaria e Iluminación en los Premios Oh! 2024, otorgados por Escenasturias, Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Asturias. Además, ha recibido el Premio del Público, Mejor Actriz Principal y Mejor Actor de Reparto en el Certamen Nacional de Teatro Garnacha de Rioja 2024.

Con el aval de todos ellos y de la buena acogida de su gira nacional, el XV Ciclo de Compañías de Sala Russafa programa esta propuesta que gira alrededor de una figura de gran importancia en la vida contemporánea, pero prácticamente desconocida. Ada Lovelace (con el apellido de su esposo) fue una joven matemática que en pleno siglo XIX sentó las bases de lo que después se conocería como la programación informática. Pero su condición de mujer de ciencia hizo que no fuera hasta la década de 1930 cuando sus propuestas empezaron a ser tenidas en cuenta.

Una imagen de la obra.

César Alonso encontró en su formación académica y profesión las herramientas con las que tratar de dar a conocer a este referente y empezó a madurar un proyecto que, desde el primer borrador de su libreto hasta su estreno en 2023, vio pasar cuatro años y una pandemia. Catedrático de matemáticas y docente universitario, combina esta faceta con su licenciatura en arte dramático y su trabajo como dramaturgo e intérprete. Así, Alonso conocía Byron por ser el padre de Ada Lovelace, y no a Ada como la hija del poeta Lord Byron. “Pero aproveché su historia personal, la popularidad de su padre escritor y el misterio de que quisiera ser enterrada junto a él, a pesar de que desapareció de su vida cuando era tan solo una recién nacida, para armar una estructura dramatúrgica con la que recorrer la trayectoria y los hallazgos matemáticos de esta mujer fascinante”, explica el autor y uno de los actores del espectáculo.

Lo característico de esta obra de teatro, la única sobre Lovelace en Europa, es que se incluyen en la trama las investigaciones y descubrimientos que la matemática realizó, integrados de manera didáctica para acercarlos al público. Además, huye de la práctica habitual de desarrollar las biografías y retratos de mujeres alrededor de los hombres que formaron parte de su vida: Alonso firma un texto donde Byron es el espectador de la historia de su hija, pero no se cuenta nada de la suya. La trama transcurre en el último minuto de vida de ‘La tejedora de números’, 60 segundos en los que se encuentra con un padre al que no conoció y con el que va repasando una vida atravesada por su pasión por las matemáticas.

“Es muy curioso cómo la madre de Ada se separó de Lord Byron por sus infidelidades y por la vida bastante alocada que llevaba, que ella atribuía a su carácter artístico”, comenta el dramaturgo sobre una mujer empoderada para la época, que quiso inculcar esta independencia a su hija para que no fuera “la mascota de ningún hombre”. Por eso le procuró una educación muy rica en ciencias, algo raro para el momento. Especialmente en matemáticas, ya que estaba convencida de que eran un campo de conocimiento rígido y ordenado.

“Pero no se imaginaba que toda la creatividad, el ‘gen Byron’ que ella tanto temía, encontraría en los números un estímulo enorme. Al final, cuando una persona propone un teorema, una forma de resolver un problema matemático o una posible explicación a un fenómeno numérico, hay una parte imaginativa que es fundamental”, explica Alonso. En su opinión, la puesta en pie de este montaje ha conseguido que los espectadores se queden tan atrapados con la trama como con el propio legado matemático y las capacidades inventivas de su protagonista, de quien quieren conocer más en cuanto salen del teatro.

Dirigida por el reputado Ernesto Arias utiliza mapping y proyecciones animadas para trasladarles a la mente inquieta y a los descubrimientos de Ada. Contrasta con la escenografía y el vestuario de época. Y se completa con un espacio sonoro con guiños a los patrones matemáticos. A todo ello hay que sumar la humanidad que transmiten Ici Díaz, Francisco Pardo e Isabel Marcos, compañeros de reparto de Alonso, al encarnar esta historia en la que, durante hora y media, los espectadores acompañan a Ada y a su padre en un recorrido vital que incluye a otros personajes, como la madre y esposa Annabella Byron. O el compañero de profesión y posible amor frustrado Charles Babbage.

Mezclando ficción con pasajes reales de la vida de la matemática, se dimensiona su figura histórica y su contribución a una disciplina, la computación y la informática, que no solo marca el siglo XXI, sino que parece una herramienta indispensable de los que están por venir. Una brillante trayectoria que se truncó al fallecer por una enfermedad a los 36 años, (¿casualmente?) la misma edad en la que murió su padre, al que no conoció y junto a quién Ada decidió pasar la eternidad. La solicitud por sorpresa de ser enterrada en su nicho dejó un enigma para la historia que este espectáculo tratará de despejar del viernes al domingo, sobre el escenario de Sala Russafa.

El amor como antídoto contra la soledad

Catrel del espectáculo.

Las propuestas escénicas familiares y para la campaña escolar de Sala Russafa incluyen este fin de semana el nuevo espectáculo de la formación madrileña Camelcat. Tras el éxito de su versión teatral de ‘¿A qué sabe la luna?’, el sábado 8 y domingo 9 de noviembre representan ‘La ovejita de vino a comer’, adaptación escénica de otro cuento muy popular, ‘La ovejita que vino a cenar’, escrito por Steve Smallman.

Sara Luna se va ayudando de marionetas y canciones en una nueva pieza musical, indicada para públicos de 3 a 8 años. Una obra que fomenta valores como la amistad, la necesidad de ser cuidados y de cuidar. Todo ello a través de la historia de un lobo hambriento que, harto de comer sopa de verduras, recibe a una ovejita en su casa con la idea de llevársela al buche. Lo que no espera es que este animalillo no solo entre en sus estancias, también en su corazón. Una fábula tierna y divertida que reivindica la capacidad del amor para romper sentimientos como la soledad que, en ocasiones, también pueden experimentar los y las pequeñas espectadoras.

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