Valencia vivió anoche un torrente de emociones con la llegada del 'Tour Salvaje' de Manuel Carrasco, una de las giras más potentes del panorama musical español. Y el escenario no pudo ser mejor: el moderno Roig Arena, un recinto que se ha consolidado como uno de los espacios de referencia para los grandes espectáculos en la ciudad.
Desde que los primeros tambores marcaron el ritmo de Tambores de guerra hasta el momento en que Carrasco, con POV (point of view) en mano, se lanzó entre el público al grito de Yo quiero vivir, cada minuto del concierto fue un cóctel de energía, emoción y complicidad con sus fans. Con esa cámara POV, el cantante grabó vídeos en primera persona junto a sus seguidores, inmortalizando sonrisas, abrazos y la magia de una noche que quedará para el recuerdo.
Uno de los momentos más emocionantes llegó cuando Manuel sorprendió al público con una bulería dedicada al pueblo valenciano. Con su voz rasgada y la pasión que lo caracteriza, transformó el Roig Arena en una auténtica fiesta andaluza con sabor mediterráneo, arrancando ovaciones y palmas que retumbaron en cada rincón del recinto.
El Roig Arena brilló con luz propia. Su diseño moderno, la acústica impecable y una estética que mezcla innovación con calidez lo convirtieron en el escenario perfecto para un espectáculo que respiraba naturaleza y libertad. Pantallas gigantes, juegos de luces y un vestuario que parecía salir de un sueño salvaje hicieron del recinto un aliado más del artista.
Y no solo hubo espacio para sus grandes clásicos. El público valenciano también tuvo la oportunidad de escuchar en directo varios temas de su último disco, canciones que ya apuntan a convertirse en nuevos himnos y que demostraron que Carrasco sigue reinventándose sin perder la esencia que lo ha llevado a lo más alto.
