No todas las finales son iguales. Algunas se deciden en la técnica, otras en la épica, y unas pocas en el alma. La que arranca este jueves en La Fonteta entre Valencia Basket y Casademont Zaragoza tiene algo de las tres, pero sobre todo, es una final con sentido.

Porque reúne a dos proyectos con identidad, dos estilos que se respetan desde la diferencia, y dos clubes que no han llegado aquí por casualidad, sino por una construcción paciente, coherente y ambiciosa.
Será una serie corta —al mejor de tres partidos—, pero de largo aliento emocional. Una historia de madurez frente a ilusión, de costumbre frente a descubrimiento. Un cara a cara entre las Taronjas, vigentes campeonas y referentes del baloncesto femenino europeo, y las Rojas, revelación valiente que ha aprendido a ganar como se aprende a vivir: a base de confianza, errores, unión y carácter.

Valencia Basket: la constancia como bandera, la adversidad como combustible
El Valencia Basket femenino llega a su quinta final consecutiva con el peso de la historia, la exigencia de la excelencia y el desgaste de una temporada compleja. Las bajas de pilares como Cristina Ouviña, Queralt Casas o Kristine Vitola, sumadas a los problemas físicos de Leticia Romero y Stephanie Mavunga, han obligado al equipo a rehacerse sobre la marcha, redibujando roles, sistemas y liderazgos.
Y, sin embargo, ahí están. De nuevo en la final. De nuevo con opciones. Porque Rubén Burgos, al frente del equipo desde 2017 y con más de 300 partidos dirigidos, no construye sobre nombres, sino sobre convicciones. Porque Raquel Carrera, líder interior indiscutible, se ha multiplicado en presencia y determinación. Porque Alina Iagupova, talento a raudales, ha ofrecido su versión más generosa. Y porque Leonie Fiebich, llegada en diciembre, ha traído no solo puntos, sino una lectura inteligente del juego que enriquece cada posesión.
Valencia no juega solo con jugadoras. Juega con el peso de una estructura que cree, sostiene y proyecta. Un club que ha hecho del baloncesto femenino un modelo exportable, competitivo y admirable. Un equipo que ha ganado mucho, pero que sigue queriendo ganar como si no hubiera ganado nada.

Casademont Zaragoza: la revolución que no alardea, pero avanza
Al otro lado, la sonrisa contenida de un club que ya ha hecho historia. El Casademont Zaragoza femenino disputa por primera vez una final de Liga, y lo hace con una mezcla de serenidad, orgullo y hambre que lo hace aún más peligroso. Porque este equipo no ha llegado aquí por una racha ni por un golpe de suerte. Ha llegado porque sabe competir.
Bajo la dirección de Carlos Cantero, elegido Mejor Entrenador de la Liga en 2023, Zaragoza ha ido creciendo a pulso, sin prisa pero sin tregua. Con un juego coral, defensas adelantadas, generosidad táctica y una fe interna que se percibe desde el calentamiento. Sin Leonie Fiebich, ahora rival directa en la final, y sin Nerea Hermosa (baja por lesión), el equipo ha sabido rehacerse y confiar en su grupo.
Jugadoras como Mariona Ortiz, directora de orquesta y carácter puro; Helena Pueyo, puro nervio y lectura defensiva; Markeisha Gatling, músculo y oficio en la pintura; o Laia Flores, equilibrio y temple, han sostenido al grupo. Y lo han hecho bajo una idea clara: ganar no es una excepción, sino un hábito que se construye día a día.
Zaragoza ha convertido su "primera vez" en una reivindicación del baloncesto de club, del proyecto sólido, del deporte como cultura local. No es solo un finalista. Es una declaración de intenciones.

Una final que se juega también desde el banquillo
La serie es también un duelo entre dos entrenadores que representan dos generaciones y dos estilos de gestión.
Rubén Burgos, metódico, cerebral, dominador del tempo, ha sido reconocido como Mejor Entrenador de la Euroliga 2025. Sabe jugar las finales porque las ha sufrido, ganado, perdido y vuelto a disputar. Maneja los detalles, protege a las jóvenes, exige desde el respeto y ajusta sin estridencias.

Carlos Cantero, más impulsivo pero igual de preciso, ha sabido transformar un equipo con menos recursos en una maquinaria eficaz. Sabe detectar debilidades rivales y castigar con velocidad. Su Zaragoza no teme a nadie. Solo juega a lo que sabe y cree que eso es suficiente. Y en esta liga, lo está siendo.
Las claves: ritmo, rebote, emoción
Será una serie donde los tempos del partido marcarán la narrativa. Si Valencia consigue frenar las transiciones de Zaragoza, imponer su juego interior y proteger el rebote, tiene más herramientas para gestionar los partidos largos y cerrados. Si Zaragoza logra correr, cambiar defensas, cargar el rebote ofensivo y soltar el balón con fluidez, puede inclinar la balanza desde la intensidad.
También será una batalla emocional. Valencia llega con la presión de tener que ganar. Zaragoza con la libertad de poder hacerlo.

Gane quien gane, gana el baloncesto femenino
No hay final perfecta. Pero esta se le parece. Porque representa lo mejor de nuestro baloncesto femenino: el talento forjado en casa, el trabajo bien hecho, la apuesta de los clubes, la pasión de las aficiones, la excelencia táctica y el valor social del deporte.
Las Taronjas quieren seguir mandando. Las Rojas quieren reescribir la jerarquía. Las dos lo merecen. El desenlace, como siempre, lo decidirá el juego.
Calendario de la final
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Jueves 9 mayo – La Fonteta (Valencia)
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Domingo 12 mayo – Príncipe Felipe (Zaragoza)
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Domingo 19 mayo – si es necesario – La Fonteta
Teledeporte emitirá toda la serie.