Al calor del mes de julio y de la acogida de 10 municipios de la provincia de València, arranca la 5ª edición de Via Escènica, el programa de residencias creativas y participación ciudadana vinculado a Russafa Escènica – Festival de Tardor.
Las icónicas piezas breves que después se representarán en espacios no convencionales, dentro de la programación del popular festival valenciano, forman parte de una propuesta 360°, que ofrece a los artistas nuevas oportunidades de contactar con el público y que va más allá del concepto pasivo de espectador.

Alboraya, Aldaia, Alfafar, Almussafes, Alzira, Benifaió, Foios, Quart de Poblet y Rafelbunyol repiten esta experiencia que este año suma a Alaquàs. “Estamos muy agradecidos a los pueblos que han decidido apoyar la creatividad escénica sin saber todavía si otras instituciones superiores, provinciales o autonómicas, aportarán ninguna inversión. La vida cultural no se puede parar para ajustar su ritmo a los retrasos constantes en la burocracia y las decisiones de las altas instancias de las administraciones públicas”, explica Marta García, responsable de mediaciones y coorganizadora de Via Escènica junto con Santi Ribelles y Aurelia Díaz.
El equipo reconoce que, hoy en día, el programa es deficitario. Se mantiene a expensas de la vocación de los miembros que se dedican a organizarlo, implementarlo y gestionarlo. Una situación insostenible a largo plazo. Pero la satisfacción de los municipios participantes en las últimas ediciones y la necesidad de acompañamiento que tienen los artistas les han hecho tirar adelante con la quinta edición.
Escuelas de espectadores y dinamización de la escena
Municipios como Alboraya, Aldaia, Almussafes o Foios, participantes desde 2021, o Alzira y Benifaió, que se unieron en la segunda edición, demuestran su compromiso con la escena y con un concepto de cultura más participativo.
Además de proveer a los artistas con un puesto de trabajo a lo largo de la residencia creativa en julio, los pueblos conforman Grupos de Observación donde se inscriben entre 5 y 15 vecinos. “Hay gente muy variada y muchas personas que repiten. Les encanta volver porque están aprendiendo muchísimo al tener la oportunidad de ver cada año el proceso creativo de espectáculos muy diversos, desde la danza al teatro de texto, la ficción o la autoficción, el teatro de objetos y el documental...” explica García sobre lo que, involuntariamente, se ha convertido en una suerte de escuela de espectadores.

En las primeras sesiones de mediación, el público comparte sus experiencias y opiniones sobre el tema principal de la obra. “Por ejemplo, en Rafelbunyol vamos a tener una pieza que habla de la memoria y la primera actividad consiste en dar un paseo por el pueblo para que los vecinos, de diferentes perfiles demográficos, le cuenten a la artista los recuerdos, las experiencias vitales que asocian a ciertos espacios públicos. De alguna manera, la obra ya nace marcada y vinculada al municipio”, comenta la coorganizadora de Via Escènica. Más tarde vendrán nuevas sesiones en las que podrán ver extractos de escenas para comentar cómo avanza la creación del espectáculo y compartir sus impresiones también como espectadores, testando la recepción de la propuesta.
Otro tipo de participación ciudadana es el trabajo con grupos poblacionales específicos. “En Alfafar se va a desarrollar un proyecto de danza contemporánea y artes en movimientos que habla de la soledad de la tercera edad. Así que, con ayuda de la concejalía de Bienestar Social, vamos a involucrar a beneficiarios de residencias de día y programas para mayores, acercándoles al arte y animándolos a compartir sus vivencias para enriquecer y ver cómo funciona el material que trabaja la creadora de la obra”, señala la responsable de las mediaciones.
Son solo dos muestras de intervención de una iniciativa que ayuda a incrementar el papel activo de la ciudadanía en la cultura, trabajando también otras facetas como la programación.
En septiembre, cuando se estrenen en Russafa Escènica – Festival de Tardor las piezas breves creadas este verano, cinco personas del Grupo de Observación irán a València para verlas todas, excepto la que ha acogido su pueblo en residencia creativa. Y tendrán que elegir dos espectáculos más para programarlos en su municipio en 2026, teniendo en cuenta algunos de los criterios que muchas veces tienen que valorar los técnicos y gestores culturales cuando se dedican a conformar una oferta cultural. Esto permite establecer un circuito provincial donde se representan los espectáculos que forman parte del programa.
“Algunos participantes nos cuentan que en las primeras ediciones solo pensaban en si les había gustado el espectáculo a la hora de elegirlo. Después, en si podía gustar al resto del pueblo. Y, con la experiencia, han incorporado aspectos como la diversidad respecto a la oferta cultural habitual del municipio o la posibilidad de despertar el interés en ciertas disciplinas de las artes escénicas con menos oportunidades de llegar al público general”, explican desde la organización del programa vinculado a Russafa Escènica, satisfechos de comprobar cómo se amplía la mirada y crece el valor otorgado a las artes escénicas al conocerlas desde dentro.
Creadores emergentes y artistas consolidados
La popularidad del programa de piezas cortas en espacios no convencionales de Russafa Escènica – Festival de Tardor atrae a compañías emergentes que quieren dar a conocer su trabajo. Pero también a intérpretes y creadores consolidados, que se arriesgan a experimentar y mostrar nuevas facetas en este formato. De forma que Viveros ofrece la oportunidad de que jóvenes y veteranos aprendan los unos de los otros. Una mezcla de los dos perfiles se puede encontrar en las 10 piezas seleccionadas.
Después de 30 años de trayectoria especializada en teatro de objetos y títeres para la primera infancia, Elisa Matallín se lanza al vacío de dirigirse por primera vez al público adulto con ‘Remembrança’, acogido en residencia creativa en Rafelbunyol e inspirado por el libro de memorias de la poeta y defensora de la lengua Carmelina Sánchez, Matèria Bretanya. También es veterana la creadora Amparo Vaya, autora y directora de Un segle de abismes, producción propia del festival junto al CCCC en 2021. Ahora prueba este formato breve con ‘Un altre dia diví!’, una comedia sobre una actriz madura confrontada a una vieja gloria de la dirección de escena interpretados por Laura Useletti y Toni Misó, que tendrá su residencia creativa en Almussafes.

Otro nombre asentado de la escena valenciana es Mertxe Aguilar. La directora, autora y actriz se postuló en el programa Via Escènica para poder llevar a cabo el montaje de ‘Sapiens’, comedia con la que ganó el VIII Torneig de Dramatúrgia 2024 del IVC y que trabajará en Quart de Poblet durante el mes de julio.
Mientras que Aldaia vivirá el proceso creativo de ‘A qué sonaremos cuando ya no estemos’, que se convertirá en la tercera pieza de Vivirei Teatro, proyecto personal de la actriz, dramaturga y directora de escena Iria Márquez. Una propuesta que muestra las dificultades de los músicos para desarrollar profesionalmente sus inquietudes, al tiempo que bucea en la memoria sonora colectiva.
En el apartado de emergentes, la bailarina Marta Sofía Gallego creará en Alfafar la pieza de danza contemporánea ‘Dolores, Remedios y Consuelo’, donde tiene un especial protagonismo el folclore textil como hilo conductor y la soledad en la edad madura como temática. Ángel Lara, también desde la danza y las artes en movimiento, investigará en Alboraya el mundo del juego como herramienta de construcción de la identidad en la infancia para plasmarlo en el espectáculo ‘Relé’.
Las jóvenes creadoras Paula López Collado y Candela Herrero hablan con humor e ironía sobre el vértigo de crecer y formular un deseo frente al pastel de cumpleaños en ‘Two girls one cake’, con residencia creativa en Alzira. Mientras que Tània Fortea y Mauro Cervera se lanzan a escribir, dirigir e interpretar ‘Dutxa’, una comedia sobre la posibilidad (o no) de sobrevivir a los propios recuerdos y errores cuando la vida parece que se va. Un proyecto que llevarán a cabo durante la acogida en Alaquàs. Y Maria Covadonga propone una distopia sobre apagones y personas que trabajan como generadoras de energía en ‘Una vida para vivir’, que tendrá su proceso creativo en Benifaió.
Por último, la ópera y el teatro independiente hacen crush (o crash, según se mire) en ‘No-Diva’ un micromusical que retrata la experiencia de la propia creadora e intérprete, Marta Estal, al tratar de llevar adelante una carrera dentro de la lírica a la vez que impulsa proyectos propios para acercar la música clásica al público general. Una parodia autobiográfica que acoge en residencia creativa Almussafes.
Son las diez propuestas que conformarán la programación Viveros de la XV edición de Russafa Escènica y que este verano crecerán con la ayuda de los vecinos y el apoyo de los municipios que se suman en el programa Via Escènica para impulsar la creatividad valenciana.