Las fachadas del centro histórico están cubiertas por andamios, las grúas se alzan en barrios antes tranquilos y el ruido de martillos y taladros se ha vuelto parte del paisaje sonoro urbano. En medio de una moratoria municipal que impide nuevas licencias para pisos turísticos y un aumento sin precedentes del 24% en el precio de la vivienda durante 2024, los residentes de Valencia están respondiendo con una solución inesperada pero lógica: reformar sus viviendas.
La ciudad del Turia, que durante la última década se convirtió en uno de los destinos favoritos de turistas y nómadas digitales, está viviendo una transformación silenciosa pero profunda: la vuelta al arraigo, al uso residencial a largo plazo y a una visión de vivienda centrada en el bienestar y la habitabilidad, más que en la rentabilidad a corto plazo.
Un mercado inmobiliario al rojo vivo
El año 2024 cerró con una subida del 24% en el precio de la vivienda en Valencia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra, que duplica el promedio nacional, ha generado alarma entre las autoridades locales y ha puesto de relieve los efectos de la turistificación y la especulación inmobiliaria.
En respuesta, el Ayuntamiento de Valencia aprobó a finales de 2023 una moratoria que prohíbe la concesión de nuevas licencias para viviendas de uso turístico, especialmente en Ciutat Vella, Ruzafa, El Cabanyal y otras zonas de alta presión. El objetivo: frenar la conversión de residencias en alojamientos turísticos que, en muchos casos, dejaban a los vecinos sin opciones de alquiler asequible.
Reformar para vivir (y resistir)
Carlos y Teresa, una pareja de profesores que vive en el barrio de Benimaclet, decidieron realizar la reforma integral en Valencia de su piso de los años 70 para hacerlo más cómodo y eficiente energéticamente. “Nos planteamos vender y mudarnos a las afueras, pero con los precios actuales es inviable. Entonces pensamos: si no podemos cambiar de casa, mejoramos la que tenemos", comenta Teresa. Tras meses buscando presupuesto, lograron iniciar la obra en marzo de 2025, tras casi un año de espera.
Historias como la suya se repiten por toda la ciudad. Según cifras proporcionadas por la Asociación Valenciana de Reformistas y Constructores (AVARC), las solicitudes para reformas integrales crecieron un 67% en el último año. Sin embargo, el cuello de botella está en la falta de mano de obra cualificada: electricistas, albañiles, carpinteros y fontaneros escasean, lo que ha llevado a demoras de hasta 36 meses para iniciar algunos proyectos.
Nuevas normativas, nuevas necesidades
Otra razón detrás del auge de reformas es la necesidad de adaptar las viviendas a las nuevas normativas de eficiencia energética y accesibilidad. En 2024 entraron en vigor varias medidas impulsadas por el Gobierno central y la Generalitat Valenciana para fomentar la rehabilitación de edificios, en línea con los objetivos climáticos europeos.
Estas normativas incluyen exigencias más estrictas en aislamiento térmico, instalación de energías renovables como placas solares, y mejoras en accesibilidad para personas mayores o con movilidad reducida. Muchos propietarios están aprovechando subvenciones europeas del programa Next Generation EU, que cubren hasta el 80% de los costes de reformas orientadas a la sostenibilidad.
El papel de la administración
El Ayuntamiento de Valencia ha lanzado campañas para promover la rehabilitación urbana como parte de su estrategia para “re-humanizar” la ciudad. Según fuentes del consistorio, se han tramitado más de 9.000 solicitudes de licencia de obras menores y mayores en el último año, un récord histórico.
"Valencia necesita respirar", declaró la concejala de Urbanismo, Marta Tormo, en una reciente rueda de prensa. "Durante años crecimos de forma desordenada, al ritmo de la economía del turismo. Ahora queremos que la ciudad recupere su vocación residencial, que sea un lugar donde se pueda vivir y no solo visitar."
Tormo también anunció la creación de un Observatorio de Vivienda y Rehabilitación que evaluará trimestralmente el impacto de las reformas en la calidad de vida, la seguridad y el acceso a la vivienda. Además, se estudia crear incentivos fiscales para propietarios que opten por el alquiler de larga duración tras reformar sus viviendas.
Consecuencias sociales y económicas
Este boom de las reformas está teniendo efectos colaterales positivos, como la revitalización del sector de la construcción local y la creación de empleo. Se estima que el auge de la rehabilitación ha generado más de 4.000 empleos directos e indirectos solo en 2024. Sin embargo, también ha tensionado los precios de los materiales, duplicado los costes de algunas obras, y dejado fuera a quienes no pueden permitirse una inversión inicial elevada.
Asimismo, hay preocupación por el impacto desigual que este fenómeno pueda tener entre barrios. Mientras zonas como El Ensanche o Ruzafa lideran las reformas de alto presupuesto, otras como Orriols o La Punta siguen sin recibir inversiones similares, ampliando la brecha urbana.
Una ciudad en redefinición
La actual transformación de Valencia no tiene precedentes. Lo que empezó como una respuesta a una crisis de precios y a una regulación contra el turismo masivo, se ha convertido en un fenómeno que redefine el presente y el futuro de la ciudad. Desde Malilla hasta Campanar, miles de valencianos están eligiendo quedarse, resistir y renovar sus hogares.
Y aunque la espera sea larga, los costes altos y la incertidumbre grande, hay una sensación compartida: Valencia se está redescubriendo a sí misma, ladrillo a ladrillo, desde sus propios hogares.