Autor de obras como ‘Soñar un mundo nuevo’, ‘Por qué estuve en los dos bandos’ ‘La democracia no falló’ y ‘14 cuentos’, Alberto Zamuner vuelve al territorio del relato breve con ‘Nuevos cuentos’. En esta entrevista, el autor nos desvela las interioridades de su nuevo trabajo literario.
Pregunta: Muchos de tus personajes enfrentan situaciones límite o decisiones que los transforman. ¿Qué te interesa de esos momentos de quiebre?
Alberto Zamuner: Lo que le da gracia a la vida y a la literatura son esas situaciones límite o momentos de quiebre. Es sobre lo que vale la pena escribir. Escribo sobre qué pasa en nosotros. El espectáculo somos nosotros, los protagonistas de todas las obras somos nosotros. Lo que le pase a un personaje nos importa porque es lo que nos puede pasar a todos. Si hay algo que vale la pena enfocar, descubrir y describir, es lo que ocurre en nosotros cuando, como todos los personajes de todas las obras, nos vemos ante la realidad.
P.: En muchos relatos hay una mirada crítica hacia la sociedad, los medios o la tecnología. ¿Te interesa que la literatura dialogue con la actualidad o prefieres mantener cierta distancia?
A.Z.: No sé si decir mirada crítica o mirada atenta. Vale la pena prestar atención a todo. No me sumo a lo que hoy se acostumbra más de la cuenta: quejarse de los medios y la tecnología. No hay nada malo en crear medios y tecnología; sí puede haberlo en lo que pretendamos conseguir con esos medios. La sociedad no es un sujeto al que haya que juzgar; la sociedad somos millones de sujetos haciendo lo que cada uno quiere. De ahí que no tenemos que ser críticos con “la sociedad”: sino ser críticos con nosotros mismos. “La actualidad” es la época que le toca a cada escritor, y siempre vale la pena prestarle atención.
P.: Relacionado con esto, ¿cómo encuentras ese equilibrio entre lo personal y lo colectivo que se muestra en los cuentos?
A.Z.: Finalizo mi serie de cuentos con ‘El limpiador’, historia que se me ocurrió poco a poco mientras reflexionaba sobre la inquietud que algunos tienen y otros no por el bien de todos, o lo colectivo. En algún momento de nuestra vida nos encontramos con que está ahí la sociedad, y de cuánto nos importe depende que nos veamos ante esas decisiones que nos transforman. La literatura nos llama, entre otras cosas, a preguntarnos qué sentimos y qué hacemos ante el mundo.
P.: El humor también está presente. ¿Qué papel juega en tu forma de escribir?
A.Z.: No me pregunté qué papel juega. Simplemente nos aparecen ideas graciosas ante cualquier suceso que se nos ocurre.
P.: ¿Cómo fue el proceso de selección y escritura del libro? ¿Hay cuentos recientes y otros de etapas anteriores?
A.Z.: Justamente ‘El limpiador’ es el más antiguo; la primera versión me vino a la mente en 1978. No me gustaba la forma o el tono que le había dado, y a lo largo de mi vida me dije que alguna vez debería contarlo de otra manera. Hace poco lo tomé de nuevo y le di esta forma. Los otros cuentos son de los últimos dos o tres años, después de haber publicado mi primera selección en ‘14 cuentos’.
P.: ¿Cómo ha cambiado tu relación con el cuento a lo largo de los años? ¿Qué aprendiste en este libro respecto a tus obras anteriores?
A.Z.: Aprendí algo que luego escuché varias veces: en otras artes hay genios precoces, como Mozart; pero un escritor no tiene más remedio que forjarse a través del tiempo. Se aprende a escribir mejor a fuerza de leer y escribir durante unos cuantos años. Tuve ganas de escribir desde mi adolescencia, pero le encontraba defectos a todo lo que hacía. Con el tiempo, y a fuerza de leer narrativa y filosofía, llegué a concebir historias dignas de tomar forma y sobrevivir. También con el tiempo fui mejorando la forma de decir cada cosa. Nunca estamos del todo conformes con lo plasmado en cada obra, pero a la fuerza vamos mejorando hasta sentir que lo escrito vale la pena.
P.: Finalmente, ¿qué esperas que el lector encuentre o se lleve después de leer ‘Nuevos cuentos’?
A.Z.: Lo que esperamos siempre: que alguien sienta ante nuestras historias lo mismo que sentimos nosotros. Lo que nos entusiasma y nos lleva a escribir es una acumulación de emociones, y nos decimos que no puede ser que otra gente se quede sin sentirlas. Aunque tengamos vanidad, ganas de ser admirados y aplaudidos, todo eso es insignificante comparado con la aspiración a conseguir que alguien experimente la emoción que nos nació ante el momento de concebir una historia y ante el de terminar de leerla. Es por eso que leemos y escribimos.
