El Ayuntamiento de Albal ha celebrado un emotivo acto de entrega de 'Els Premis a la dedicació a l'agricultura del nostre poble', unos reconocimientos por toda una vida dedicada a la agricultura, que destacan, el esfuerzo y la importancia del trabajo agrícola en la vida del municipio. Este año, además, el homenaje se extendió a dos vecinos que, con valentía y generosidad, no dudaron en poner sus tractores al servicio de la comunidad durante la fatídica noche de la DANA, del pasado 29 de octubre, arriesgando sus vidas para rescatar a personas que se habían visto sorprendidas por el barro que inundaba las calles.
La vicealcaldesa reconoció, en su discurso, la labor incansable de los agricultores que, con su trabajo diario, mantienen viva una parte fundamental del patrimonio y la economía local, y resaltó el esfuerzo silencioso, pero imprescindible de quienes trabajan la tierra, generación tras generación. Es el caso de Salvador Vila Castellano y Antonio Marí Martínez, dos agricultores que este año han recibido este prestigioso reconocimiento, que llevan toda su vida dedicada a trabajar el campo.
Salvador Vila tiene 90 años y desde pequeño acompañaba a su padre a cultivar, naranjas, calabazas y boniatos, pasión que combinaba con su trabajo en un bar. Antonio Marí, conocido como el 'Bocha', tiene 77 años, y el oficio de 'llauraor' le viene de familia, ya que su padre tenía campos de arroz, y desde bien pequeño, ha dedicado su vida a la agricultura manual.
Una emotiva jornada en la que también fueron reconocidos, Juan Carlos Galán Alemany y Maby Tejedor Prieto, por su trabajo y valentía en la noche de la DANA, en la que no dudaron en subirse a sus tractores para ayudaren las labores de rescate de muchas personas que se encontraban en peligro. Según María José Hernández, Galán y Tejedor demostraron que son un ejemplo para todos nosotros, porque "en una noche de miedo e incertidumbre, ambos priorizaron el hacer todo lo que estuviese en su mano para ayudar a sus vecinos, muestra su solidaridad y entrega".
Con actos como este, Albal demuestra su orgullo por sus raíces, su gente y su capacidad de cuidarse los unos a los otros. Un reconocimiento merecido para quienes trabajan con las manos en la tierra y con el corazón en su comunidad.