Sólo un luchador comprende a otro luchador

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Hace ya unos meses, llevo familiarizándome, (cómo no, por cuestiones de trabajo), con temas relacionados con el emprendedurismo y con ciertos blogs de emprendedores: Dídac Lee, Carlos Blanco, Martín Varsavsky, Marek Fodor, ... A fuerza de que la obligación me apriete, estoy descubriendo cosas realmente curiosas y me estoy enganchando a algunos de sus consejos y aprendiendo un poco de lo que saben y de los errores que cometen y comparten generosamente en sus blogs. Pero, si hay algo que he aprendido de todo esto es que sólo un luchador puede comprender a otro luchador. Me explico.

Hace hoy un año, porque no tuve más remedio y porque el paro (como a muchos otros) me machacó de malas formas, empecé mi aventura como “freelancer” ejerciendo de periodista y gestora de contenido online. Después de casi un año de trabajo, duro, intenso, apasionado hasta límites insospechados y perdiendo también algo de dinero por el camino, me siento ya un poco parte de esa tribu de luchadores que trabajan por modificar la realidad de uno mismo y construir el futuro. Que saben que la única forma de sacarse las castañas del fuego, es equivocarte, reaccionar a tiempo, y aprender la lección. Y que no hay más derrota que la de no haberlo intentado. Vamos, que en cierta medida me siento un poco, salvando muchísimo las distancias, como esos miles de luchadores como yo, que no han tenido otra solución que reinventarse a si mismos, tal como nos cuentan a veces los blogs de emprendedurismo que citaba antes.

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En todo este camino he tenido gente maravillosa que me ha apoyado y ha confiado en mi ¡Cómo no! De lo contrario no podría haberlo intentado nunca. Gente que ha tenido conversaciones solidarias conmigo en las que se cuentan alegrías y penas, se intenta ayudar contando alguna experiencia, facilitando algún contacto, y sobre todo, se adquiere un respeto y admiración por la otra persona. Gente que, de forma totalmente voluntaria, te ha enseñado que esto de ser luchador también funciona de forma bidireccional: unas veces te ayudan a ti, otras ayudas tú.

blog-emprenderSer luchador hoy en día es formar parte de esa parte solidaria de la vida que nos hace a todos un poco más fuertes, y nos devuelve ese sentimiento de orgullo de pertenencia a un grupo, a una tribu que a los 40 se ha visto obligada a volver a luchar. Recuerdo hace cosa de nueves meses, tal vez más, conocí a una persona a la que le estuve asesorando en lo que mejor sabía, sin pedir nada a cambio. A los pocos meses tuve un problemón (es decir, un problema de esos en los que no tienes ni puñetera idea) y esa misma persona que es un auténtico experto en su área, me ayudó muchísimo de forma totalmente desinteresada. Incluso hace poco, de forma proactiva, me volvió a echar un cable con su apoyo y experiencia para otra cosa que necesitaba. Cualquier luchador, ya sea “perro viejo”, ya sea “novato”, te puede echar un cable en algún momento. Y la verdad es que cuanto más lo pienso más me sorprendo. Ayer mismo tuve un ejemplo similar, y eso es algo que, por ejemplo, en todos mis años trabajando en empresas públicas nunca había experimentado. Para la gente todo era competición y rivalidad. Sin embargo, ahora, la competición y la rivalidad es contra nosotros mismos, los luchadores, en una carrera de fondo nocturna y con obstáculos. Por eso, ahora, entiendo que sólo un luchador comprende a otro luchador y que dure lo que dure esta aventura, no habría podido luchar por mi misma si otros no me hubieran ayudado.

¿Os ha pasado esto alguna vez?

Bea Muñoz | @BeaMunyoz | Periodista y gestora de redes sociales | Colaboradora en el blog Comunicación de Resistencia

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