Imposible asistir a un concierto de Izal y quedar indiferente ante la actuación y la puesta en escena que ofrecen sus cinco componentes sobre el escenario. Sorprende y fascina a partes iguales. Su potente directo, la voz profunda y afinada de un Mikel que se mueve sin cesar deleitando a sus fans con alocados bailes improvisados , el ritmo frenético y acompasado de la batería de Alejandro, o los momentos más intimistas de un 'Gato' entregado al rasgueo del bajo con un arco forman parte del mismo show.
El 'no hay entradas' que el grupo de pop/rock ha colgado para los dos días de conciertos que han ofrecido en Valencia está más que justificado. Con una sala República abarrotada y un público entregadísimo que entonaba y bailaba sin cesar todas y cada una de las canciones de los tres discos del grupo incluidos en el repertorio (no faltó ninguno de sus grandes temas) los asistentes y los propios componentes de Izal vivieron momentos muy especiales a lo largo de las dos horas de concierto, como cuando sonó 'Pequeña gran revolución', escrita y dedicada por Mikel a su sobrina, o la mención a la presencia de la familia de Alejandro que tocaba en casa. Entre las anécdotas de la noche, el fall oen la entrada medio tono por arriba de 'Palos de ciego' que obligó a Mikel a retomarla primera estrofa al grito de "¡Que esta gente ha pagado una entrada!".
La banda tuvo también unas palabras de recuerdo al recientemente desaparecido David Bowie y de apoyo a tantos y tantos músicos anónimos que se inician en el restringido mundo de la industria musical tocando en pequeños garitos, muy reivindicados por Mikel Izal, pues "sin las salas pequeñas no existirían las salas grandes". El broche de oro lo puso la transformación de la sala República de Mislata en el mítico Copacabana neoyorquino, escenario que sirvióde excusa para un pequeño acústico bajo las luces de neón del 'Copa' y el ambiente más puramente latino del mítico local.
