No era un buen día para baños, ni para tomar el sol. La lluvia hacía acto de presencia en el Paseo de Neptuno para disgusto de los bañistas de la ciudad de Valencia. Pero la Fábrica de Hielo reservó a éstos una grata sorpresa y a los fieles del comercio justo, un nuevo motivo por el que acudir al espacio multidisciplinar, un mes más.
Y es que el primer sábado de cada mes la Fábrica de Hielo monta un mercadillo vintage de lo más variopinto, repleto de detalles, de oportunidades y, por qué no, también de arte, y lo más importante: con el concepto del comercio justo por bandera. Y así, por apenas unos euros uno puede encontrar desde una camiseta, pasando por cachivaches, vinilos -aquellos vinilos de los de antes- y hasta obras de arte -que no por ser de autores sin espacio en los grandes foros desmerecen lo más mínimo-.
La banda sonora del evento la pone un servicio de DJ o pinchadiscos -elíjase lo que proceda dependiendo del estado de ánimo del local en cada momento- y el puntito de sabor, la barra de bar que nos devuelve la sana costumbre del aperitivo valenciano, bien con cerveza, bien con cacaos, tramusos o mejores y mayores viandas.
Nos esperan Adela e Inma, dos eternas estudiantes de Bellas Artes -no porque no aprobaran en su día, ojo, que sí lo hicieron, sino porque siguen en su empeño de seguir aprendiendo cada día-. Entre ropitas y avalorios, estos últimos de factura propia como corresponde a su condición de artistas, ambas nos comentan la oportunidad única que significa tanto para los comerciantes como para los consumidores poder contar con un espacio como la Fábrica de Hielo en el que poder vender unos sin presiones desorbitadas y poder comprar los otros a precios razonables. Por no hablar del clima que se crea, cosmopolita, relajado, casi hasta sibarita.
Una cita que se repite los primeros sábados de mes durante todo el día y que abre a los valencianos y valencianas a un mundo, por unas horas, más justo. Un reducto. Una puerta y una ventana.
