Juan José Millas: “El ruido es muy contaminante para el pensamiento y para la creación literaria”

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Juan-Jose-Millas-proyecto-Mute-TelefonicaEl escritor valenciano Juan José Millás, que el jueves 26 protagoniza la III Mute Session que Fundación Telefónica organiza dentro de su Proyecto Mute para fomentar la creatividad en espacios de silencio, exprime en esta entrevista su particular visión del significado que para él tienen la escritura, las palabras, el silencio, la imaginación al abordar la realidad.

¿Qué sentido tiene la realidad en el hecho de escribir?

El sentido en las artes, en general, es la pregunta que hacen a la realidad. Y si lo reducimos a la escritura, el primer discurso sobre la realidad del ser humano fue un discurso literario. Los cuentos que se contaban por la noche al amor de la lumbre, de caperucitas y de niños abandonados en el bosque, no se contaban para entretener. Entretenían porque eran buenos; se contaban para dar información sobre el mundo al que escuchaban.

Y el primer discurso sobre la realidad no fue un discurso científico, fue un discurso literario. Entonces la literatura, como en general las artes, tiene una función muy importante de representación de la realidad, hasta tal punto que podemos decir que el discurso literario es un modo de conocimiento de la realidad que no es ni mejor ni peor que el discurso científico, sino que se dirige a otras instancias del ser humano diferentes a las que se dirige el científico.

En la ‘realidad creativa’, ¿qué importancia tiene el silencio en la construcción de los discursos creativos en relación al ruido?

Para escribir se requieren determinadas condiciones, igual que para leer. Una de ellas es el silencio. O, por lo menos, que si hay ruidos que sean ruidos que no te conciernan. Yo puedo escribir en una cafetería porque los ruidos que suceden a mi alrededor no me conciernen pero no podría escribir en mi casa si hubiera muchos ruidos porque esos ruidos sí me conciernen. Y no sé si son de alguien que ha tenido un infarto o se ha caído por las escaleras.

El silencio es muy importante para concentrarse. Sea un silencio que uno consigue cuando está en un entorno que, aunque sea hostil, no le concierne; o cuando está en una habitación de su casa. El ruido es muy contaminante, en todos los aspectos. Lo es para el pensamiento y para la creación literaria.

¿Estamos rodeados de muchas palabras inexistentes?

Bueno, no muchas. La mayoría de las palabras que circulan son de curso legal. No hay muchas palabras inexistentes realmente, las hay, pero la mayoría tienen el beneplácito de las autoridades.

Pero parece que siempre la sociedad echa en cara a la Academia de la Lengua que no incluya determinadas palabras a priori inexistentes en el Diccionario…

La Academia siempre espera a ver si cuando aparece una palabra se lexicaliza, que es un término que suena raro pero que quiere decir a ver si llega a formar parte del léxico. Porque hay palabras que se utilizan por moda durante una temporada y luego desaparecen. Lo que yo creo que persigue la Academia es no incluir palabras de las que no estén seguros que se hayan lexicalizado.

Recuerdo que cuando salió el Diccionario del académico Manuel Seco yo le hice un reportaje y vi una de las habitaciones donde habían trabajado este fabuloso diccionario, que estaba lleno de cajas de zapatos con fichas. Yo le pregunté: ¿eso qué es? Me respondió que eran palabras que estaban esperando a ver si se lexicalizaban, a ver si se incorporaban al habla de la gente y no como una moda pasajera sino que permanecieran.

Se dice que leemos poco pero, ¿escribimos menos?

Se escribe menos de lo que se lee por lógica; hay más lectores que escritores. Es algo que tiene que ver con la naturaleza misma del hecho de escribir y con la naturaleza misma del hecho de leer.

Entre El Mundo y La mujer loca, su última novela; o entre El orden alfabético y La mujer loca, ¿la fantasía, la imaginación y las palabras han viajado de la mano?

Sí, y podríamos citar más obras mías en las que se ha dado porque hay hilos conductores que recorren la obra de todos los escritores. Porque todos los escritores tienen una o dos obsesiones principales y luego unas obsesiones secundarias; y las principales están presentes casi durante toda su obra.

En todas mis obras está presente la preocupación por el lenguaje, por cómo las palabras nos dominan en lugar de cómo las dominamos nosotros a ellas, la preocupación por el doble, por el otro, por la relación entre la apariencia y la realidad…

…también mucha imaginación y fantasías que apelan al imaginario colectivo que todos interpretamos a partir de lo que escuchamos y leemos. En el mismo grado que tiene la radio, un medio con el que usted colabora y está muy familiarizado. ¿Qué es lo que más le atrae de las ondas?

Pues que se trabaja con la palabra y nada más. De manera que las imágenes las pone el oyente. Es un espacio en el que no te dan todo hecho, sino que tú tienes que participar; es el espacio de la palabra y la palabra por sí sola tiene una fuerza impresionante.

Del hecho de escribir y de escuchar al de leer, ¿cómo aborda el cambio de soportes y la amenaza que se cierne sobre el papel?

Ha aparecido un soporte nuevo, que es la pantalla, ya sea la del iPhone, tableta o la del ordenador, y esto no es la primera vez que pasa. A lo largo de la historia el soporte de la escritura no siempre ha sido el mismo. Lo que pasa es que llevábamos varios siglos manejándonos con un soporte fantástico que era el soporte libro, que es un invento difícil de superar. Y, claro, cuando después de cinco siglos acostumbrados a este soporte aparecen soportes nuevos se produce una herida inevitable. Pero, dicho esto, los soportes digitales y analógicos convivirán todavía durante mucho tiempo, aunque el futuro no será de papel, sino digital.

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