El truc, un juego con raíces

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El popular juego de cartas forma parte del patrimonio cultural de Valencia pero también es una de sus mayores exportaciones, siendo tremendamente conocido en países como Argentina o Uruguay.

Las cartas, el juego en general, es un elemento muy importante de la cultura de un pueblo. Durante siglos, jugar ha servido tanto para el desarrollo individual (juegos para aprender, mejorar habilidades, etc.) como para promover las relaciones sociales entre las personas. Los juegos tradicionales son el lenguaje de una comunidad, algo que se comparte y que une a sus individuos.

Muchas veces se da por hecho que estos juegos que forman parte de nuestra cultura siempre han estado ahí, pero no es cierto. En España, un país que tiene su propia baraja, echar la partida es algo tan típico como la tortilla de patata o la hora de la siesta, pero juegos que creemos tan propios como la brisca, la escoba o el tute, no son realmente españoles. Apenas podemos hablar del mus, que es de origen vasco, el guiñote aragonés, y puede que el chinchón; eso sí, otros juegos que parecen tan americanos como el blackjack, resulta que,  según los relatos del mismísimo Miguel de Cervantes, arrancan su historia en Sevilla. En Valencia, ni el sambori, ni el dominó, ni la trompa tienen partida de nacimiento levantina. Se suele considerar que  el juego de les birles sí es esencialmente de aquí, pero realmente, si hay un juego cuyo origen valenciano no se discute, es el truc.

El escritor valenciano José Peris Celda, recogía en su Reglament del Truc de 1958 las normas y el origen del juego, al que se refiere como el “noble, leal, distraído, elegante y valenciano juego del truc”. Peris se hace eco de la historia que se supone que explica de dónde viene el truc y, aunque no está muy claro qué tiene de leyenda y qué tiene de real, lo que sí está claro es que el juego proviene de la época de la conquista musulmana y que recibía el nombre de Truk.

El valenciano adoptaría la forma árabe mientras que sería el castellano el que adaptaría la palabra truc convirtiéndola en truco, y no al revés. En muchos puntos de España en los que hoy en día se juega al “truco”, se conserva el nombre de las jugadas en valenciano. En el territorio nacional, el truc es popular especialmente en zonas cercanas a Valencia como Murcia, Cuenca y Albacete, y también en Baleares donde tienen su propia versión. Otra historia es saber cómo habrá llegado el truc a poblaciones como Loarre y Biscarrués en Huesca, Palacios del Sil en León, o Fuerteventura en las Islas Canarias. Algún valenciano errante, seguramente, que llevaba la baraja en la butxaqueta

El truc llegó también a Galicia y se cree que es de allí de donde zarpó para América del Sur. El truco argentino, que es algo distinto al original, se considera el juego de cartas más importante del país y tiene el valor de juego tradicional. El célebre escritor argentino Jorge Luis Borges le dedicó todo un poema, y llegó a decir que era el “más ingenioso y complejo” juego de cartas jamás inventado. Aun así, pese al arraigo en Argentina, y también en países vecinos como Uruguay, hasta una institución en la materia, como lo son los fabricantes de cartas Fournier,  reconocen que el origen del truco argentino es valenciano.

El truc echó raíces a kilómetros de distancia pero también sobreviven las de aquí, aunque sea a duras penas. El  Museu Comarcal de L’Horta Sud de Torrent se centra en la vida doméstica y el trabajo agrario y artesanal, pero ha organizado jornadas que reconocen el valor de los juegos tradicionales. Otros, utilizan su nombre para reivindicar la canción popular mientras que los auténticos supervivientes son los que siguen jugando en los bares o después de la paella.

Como decíamos al empezar, el truc forma parte de la cultura de un pueblo y es sin duda uno de los hilos que ayuda a tejer la red social. Pero la de antes, esa en la que se mandaban mensajes sentados alrededor de una mesa.

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