El Instituto de Puçol realiza un homenaje al profesor Joan Bohigues

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El pasado mes de febrero falleció el pintor, novelista, cinéfilo y profesor del Instituto de Educación Secundaria de Puçol Joan Bohigues. Por ello, sus compañeros y amigos le rindieron un homenaje en el salón de actos de la Casa de Cultura con unas palabras donde explicaron sus vivencias con el artista.

“Homenajear a alguien querido siempre resulta fácil, pues son muchos los recuerdos compartidos que inspiran las palabras. Joan fue, fundamentalmente, un hombre feliz que compuso su vida alrededor de tres facetas entrelazadas y singulares: la de artista, la de enseñante y la de amigo, todas cultivadas con igual fruición y empeño afectivo.

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Observador, exprimidor de experiencias, vividor incansable, se sumergió en el mundo del arte a través de la pintura, con sus guerreras y sus etéreas figuras evocadoras; de la escritura, cultivando el hard boiled y la novela negra que habían configurado su imaginario cultural; y a través del cine, cuyo lenguaje directo, sin ambages, seco, impregnaba su escritura, mirada escrutadora, revólver humeante, John Wayne  descafeinado… Joan nunca supo mantener la maldad más allá de la picardía necesaria para seducir.

Maestro y aprendiz, no se erigía en modelo a imitar ni en incontestable transmisor de conocimiento; más interesado en el juego dialéctico, en el intercambio de ideas que pudieran enriquecerle y aportarle nuevas visiones de la vida, sin menospreciar en ningún caso la edad de quien las aportaba, era un gran escuchador, y como tal, un gran contador de historias que encontraban en sus alumnos al público más agradecido y entregado. Sugeridor de pensamiento, más que vocacional profesor, Joan estaba comprometido con la defensa de los derechos de los que vienen de abajo, de los que no han tenido una vida fácil y entienden el posicionamiento crítico como un deber moral.

De toda su poliédrica personalidad, el Joan que más interesa a quienes le conocen de cerca es, sin duda, el Joan amigo. Irreverente, divertido, irónico, sardónico; destilaba un pretendido ánimo de ofensa que se diluía en la inocencia de su falta de convicción. A veces distante, la perfección le hubiera restado toda humanidad y encanto, se ensoñaba en sus silencios desde los que observaba como en una azotea la vida pasar, sin perder detalle que disfrutar, sin perder dolor que experimentar, “no se puede huir de vivir”, decía.

Compartimos con él muchas fiestas, muchos viajes, muchas risas, muchos besos perdidos y muchos abrazos anhelados que le hicieron definitivamente un hombre pleno. Pero no una plenitud edulcorada del que no sabe qué es sentir, sino la verdadera arruga que deja en el alma la vida que se ha vivido con desgarro, con arañazo, con sufrimiento y devoción, con pasión, al fin.

Esa pasión que hará que Joan nunca habite donde habita el olvido”.

Con estas palabras, el municipio de Puçol quiso dar el último adiós a Bohigues.

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