El Festival de Guitarra Josefina Robledo de Godella concluye con un notable éxito de público

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SONY DSCEl cambio de formato de concurso a festival fue bien recibido por el público aficionado a la guitarra que llenó prácticamente el Capitolio para asistir a la segunda jornada del Festival Internacional Josefina Robledo de Godella. El ucraniano Marko Topchii y el valenciano Albert Rodríguez, dos de las figuras emergentes del panorama internacional, interpretaron el Concierto en re, op. 99 de Mario Castelnuovo-Tedesco y el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, respectivamente.

Topchii, ganador de los concursos de guitarra de Gorizia (Italia), Heinsberg (Alemania), Calcuta (India), Belgrado (Servia), Roma (Italia), Dallas (Texas, EUA) y Tokio (Japón), entre otros muchos, demostró su talento con la pieza del italiano Castelnuovo-Tedesco, compuesta específicamente para guitarra y orquesta. Junto a él, los músicos de la Orquesta del Casino Musical de Godella dirigida, para la ocasión, por Pablo Rus y la concertino –directora titular– Pilar Mor, completaron una actuación ovacionada por el numeroso público a la que el ucraniano compensó con un bis.

Muchas gracias por su participación y gracias también a la magnífica Orquesta del Casino Musical de Godella que ha hecho un extraordinario trabajo; pero en el capítulo de agradecimientos permítanme que destaque, especialmente, a La Caixa que, a través de su Obra Social, ha mantenido su apoyo a este proyecto en el que nos ha estado acompañando desde su nacimiento”, comentó Carlos Jaramillo, director del Festival.

Tras el descanso, el guitarrista de Massanassa Albert Rodríguez se subió al escenario para transportar al auditorio hasta los jardines del Palacio Real de Felipe II con el Concierto de Aranjuez. El corno inglés de Juan Enrique Broseta compartió protagonismo con Rodríguez durante un segundo movimiento en el que el discípulo de Jaramillo demostró su dominio de la técnica para resolver la pieza y su capacidad de emocionar con la guitarra. También los aplausos obligaron al concertista valenciano a concluir con un bis. En este caso, los Recuerdos de la Alhambra, de Tárrega.

Era el fin de fiesta de un festival que había empezado el viernes con el concierto de Eduardo Baranzano. El maestro de Jorge Drexler e intérprete de la película nominada a los Óscar ¿Y ahora adónde vamos? ofreció un recital didáctico y heterogéneo en Villa Eugenia. La primera parte sirvió para repasar el Decamerón negro con la proyección de imágenes a las que el uruguayo puso música.

A continuación, y como homenaje a Josefina Robledo, dedicó un capítulo de la velada a su maestro, Francisco Tárrega. Obras de algunos de sus amigos como el mismo Drexler, Mouzanar, Jewsbury, Cardoso y Falú dejaron paso a la Guitarra malandra, afinada a 432 en lugar de a 440, con obras compuestas para otros instrumentos, «robadas para guitarra». Así, Estrellita, de Ponce, Nocturno de Chopin, Arabesque nº 1 de Debussy o Baiao Malandro de Gismonti cerraron una intensa y apasionada velada a la que se sumó un último regalo, la melancólica zamba «Alfonsina y el mar», de Ariel Ramírez.

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