Comienzan los trabajos de exhumación de la fosa 113 del cementerio de Paterna con la esperanza de hallar restos de 61 represaliados

105 lecturas

Tras la decepción de la excavación realizada en las fosas 92 y 93 del cementerio de Patern, donde se esperaba hallar a una veintena de represaliados por el Franquismo y donde sólo se encontraron dos cuerpos, el equipo de ArqueAntro sigue con el plan previsto y ha comenzado hoy la excavación de la fosa 113 del mismo cementerio. En esta suponen enterrados hasta 61 cuerpos, 54 de ellos, fusilados el 18 de enero de 1940.

Aun con todas las tiritas puestas y con la lección aprendida -es una situación habitual-, familiares, equipo técnico y la diputada provincial de Memoria Histórica, Rosa Pérez Garijo, esperan hallar los cuerpos de las personas fusiladas, poder identificarlas y entregarlas a sus familias para que les den sepultura donde consideren.

Tanto los trabajos de exhumación de las fosas 92-93 como los de la fosa 113 se han podido financiar gracias a una nueva línea de subvenciones que creó la Diputación en esta legislatura y a la que podían acogerse ayuntamientos o asociaciones. En este caso, ha sido la Asociación de Familiares de Víctimas de la fosa 113 la que solicitó la subvención para los trabajos. La entidad ha sido impulsada por Santi Vallés precisamente, para acogerse a estas ayudas.

Vallés, investigador y periodista, llevaba años siguiendo la pista del cuerpo de su tío abuelo. Un periplo de años que lo llevó al Archivo de Salamanca y a un registro militar donde consiguió una copia del juicio sumarísimo al que sometieron a su familiar.

Vallés, emocionado, ha dado las gracias a la Diputación de Valencia por el apoyo recibido. “Es la primera vez que recibimos apoyo”, ha dicho vistiendo el hecho como casi un triunfo en sí mismo. Sin embargo, no ha desperdiciado la ocasión para reivindicar la necesidad de que sean las instituciones públicas quienes se encarguen de todo el proceso de investigación y recepción de peticiones de familiares de víctimas y no tenga que ser estos quienes se sumerjan en una vorágine de burocracia “que no hace sino agravar el drama por el que ya están pasando”.

En este sentido, Pérez Garijo ha puesto en valor la línea de subvenciones de la Diputación de Valencia y ha animado a las instituciones públicas a asumir la responsabilidad de dar paz a las familias que buscan los cuerpos de sus seres queridos.

Al menos, 52 restos

Según ha explicado el responsable técnico del proyecto, Miquel Mezquida, en la fosa 113 se cree que hay 61 personas enterradas. De ellos, 54 corresponderían a la saca del 18 de enero de 1940 aunque, si bien los registros no son fiables, sí se tiene constancia de que en 1979 se abrió la fosa para extraer a uno de los represalidos y darle sepultura en Puçol.

A esa apertura 'confirmada' se suma una segunda que un familiar de l'Alcúdia trasladó a Vallés. Según le dijo, su familia pagó 'bajo mano' a un trabajador del cementerio, también en los años 70, para abrir la fosa y llevarse el cuerpo de su familiar fusilado. Sin análisis de ADN ni metodología científica, sin ser ni siquiera de manera oficial, Vallés y Mezquida temen que se escogieran los restos de manera aleatoria por lo que, si esta práctica se repitió en más ocasiones, es posible que no se encuentren todos los restos de los que, supuestamente, deberían seguir allí.

De Rafelbunyol a Paterna

Amparo Piquer, con 83 años, aún tiene la esperanza viva de encontrar los restos de su padre en la fosa 113 donde, supuestamente, fue enterrado, y llevarlo a La Pobla de Farnals para darle sepultura junto a su esposa. Vicente, que así se llamaba el padre de Amparo, fue encarcelado al acabar la Guerra Civil durante la cual ejerció de alguacil en su pueblo, Rafelbunyol.

Según su hija, Vicente decidió arrimarse con fervor a la defensa de la República al estallar el conflicto armado porque creyó que, siendo tan devotos y religiosos como eran en su familia, en el caso de haber represalias podrían ser las primeras víctimas.

Así pues, para proteger a su familia, ejerció como alguacil lo que, después, le llevó a ser encarcelado en cuanto acabó la Guerra y se certificó la victoria del bando nacional. Mientras tanto, Vicente se convirtió en una especie de Schindler, alertando a sus vecinos 'señalados' de que podían ser arrestados y animándoles a abandonar el pueblo en el primer tren.

A tal punto llegó su intento de minimizar las víctimas que, según cuenta su hija, escondió en su casa a tres frailes de Massamagrell a los que, una noche, guió por el monte hasta Puçol para que pudieran escapar del destino que parecía esperarles. Nada de eso sirvió para evitar la cárcel después y, tras estar preso en su pueblo, fue llevado a Sagunto. De allí, “donde los presos estaban en una nave muy grande todos sentados en el suelo con mantas”, recuerda Amparo, fue trasladado a la cárcel modelo de Valencia y nunca lo volvió a ver.

Con 16 años, en 1948, la madre de Amparo la sacó del colegio para que asistiera a la boda de un familiar y aprovechó para llevarla hasta el cementerio de Paterna a visitar la fosa donde debían de estar los restos de su padre.

Desde entonces, ha visitado el cementerio con frecuencia pero ahora espera que, esta exhumación, le devuelva los restos de Vicente y poder llevárselos a la Pobla de Farnals, junto a su mujer, y no tener que visitar más esa fosa común sobre la que hoy se levanta una columna de azulejos con los colores republicanos a modo de homenaje a los 2.300 fusilados en Paterna, en el conocido como Paredón de España.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí