Alberto Fabra lo tiene difícil

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No hace falta ser muy inteligente para saber que Alberto Fabra no atraviesa por su mejor momento desde que llegó a la presidencia de la Generalitat Valenciana. Sustituir a Francisco Camps y quedarse con toda su herencia política es un pesado plato que el ex alcalde de Castellón no ha podido –o sabido- digerir todavía. Hasta las próximas elecciones autonómicas, en 2015, a Fabra le queda una ingente tarea no sólo para ganar, sino para hacerlo con la suficiente holgura y evitar que un posible pacto entre las fuerzas de izquierda saque al Partido Popular de la Comunidad Valenciana del poder.
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Sustituir a Francisco Camps y quedarse con toda su herencia política es un pesado plato que el ex alcalde de Castellón no ha podido –o sabido- digerir todavía
La Comunidad Valenciana es una de las que más está sufriendo los embates de la crisis. A su paro galopante hay que sumar el alto nivel de endeudamiento de las arcas valencianas, una deuda cebada por los grandes eventos y la política del escaparate de la que tanto disfrutaba Francisco Camps. Esto ha provocado impagos a proveedores, recortes en los servicios básicos y un encorsetamiento de la acción política del Consell, que ve cómo las deudas y la lupa con la que mira el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas,  Cristóbal Montoro, haga casi imposible gobernar de una manera independiente. De hecho, ya han sido varias las ocasiones en las que Madrid ha tenido que salir al rescate del Gobierno Valenciano.
Algunos podrán argumentar que es el propio Gobierno Central quien tiene parte de responsabilidad. Está claro que la Comunidad Valenciana está mal financiada, y que de estarlo mejor algunos de los problemas de los valencianos no lo serían tanto. Pero, ¿acaso algún ingenuo pensaba que la llegada del Partido Popular al Gobierno de España iba a acabar con ese agravio que día sí y día también bramaban los líderes valencianos hacia La Moncloa cuando su inquilino era José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Acaso alguien pensaba que Fabra iba a tener el suficiente peso político en Madrid para cambiar las cuentas? No busquen mucho en las hemerotecas. Hace unas semanas, Fabra desistía de debatir un nuevo modelo de financiación autonómica en el Congreso de los Diputados porque sus propios compañeros de Madrid no lo veían conveniente.
¿Acaso alguien pensaba que Fabra iba a tener el suficiente peso político en Madrid para cambiar las cuentas?
El PPCV, al igual que el PP a nivel nacional, nunca ha sido una balsa de aceite. La llegada de Alberto Fabra a la presidencia de la Generalitat Valenciana y a la del PPCV no fue del agrado de todos, aun cuando fue el propioMariano Rajoy quien decidió al sucesor de Camps. A pesar de la presión judicial que había sobre el ex jefe del Consell, Camps mantenía –y aún lo hace- un gran número de apoyos, aliados que no desaprovechan ninguna ocasión para hacerle saber a Fabra que no es muy bien recibido. Pesos pesados del PPCV como Rita Barberá oAlfonso Rus han dejado clara su postura. Incluso ya hay quien piensa en Génova que a Fabra le ha venido grande la tarea encomendada por Rajoy. El ministro de Asuntos Exteriores,  García Margallo, pasa últimamente mucho tiempo en la Comunidad Valenciana, y ya se le ve como el sustituto del ex alcalde de Castellón.
A esto hay que sumar el saqueo de los dineros públicos que han llevado a cabo desde parte de las filas del PPCV.Caso Gürtel,  Caso Nóos, el juicio a Carlos Fabra, la supuesta financiación ilegal del PP en la Comunidad Valenciana,  Caso Brugal... Parece que la corrupción se ha convertido en una especie de constante en las filas de los populares valencianos. Buena parte de los diputados del PP en Les Corts están imputados, inmersos o relacionados con causas judiciales abiertas. Hay que reconocer que Alberto Fabra ha tenido que lidiar con una apestosa herencia. Sin embargo, el dirigente popular no ha sabido atajar de raíz el problema. A pesar de haber trazado líneas rojas, a Fabra no se le ha visto aún una decisión contundente para evitar que la mierda le salpique, a excepción del Caso Cooperación y la expulsión de Rafael Blasco. Las declaraciones públicas han dejado de ser una declaración de intenciones para convertirse en un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.
¿Y dónde lleva todo esto a Alberto Fabra? A la posibilidad de que el PP pierda por primera vez en 20 años el poder en la Comunidad Valenciana. El aparato de propaganda de los populares ya se ha puesto en marcha, asegurando que un posible tripartito llevaría a los valencianos a la ruina, como si la Comunidad Valenciana no lo estuviera ya tras los sucesivos Gobiernos del PP. Mucha gente piensa que hasta las elecciones aún quedan dos años, que pueden pasar muchas cosas, que la sociedad valenciana está ya tan adormecida que poco o nada va a cambiar la situación política, que el principal partido de la oposición, el PSPV, aún no ha sabido asimilar la derrota de Joan Lerma en 1995, que la crisis habrá amainado en 2015 y a la gente se le habrá olvidado la brutal política de recortes y de austeridad practicada por el Ejecutivo de Fabra. Puede que tengan razón, aunque es poco probable. Fabra va a necesitar algo más que la inercia de los últimos años para volver a ser presidente de la Generalitat Valenciana.

raul-tarregaRaúl Tárrega Moya. Periodista. Creador del blog "Desde mi Butaca"

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